¿Democracia participativa en un movimiento electoral?
Entendemos
que la estructura que se propone más adelante es una vía mixta
entre un sistema electoral con primarias, basado en los votantes,
pero con poca articulación de los activistas y sus
posibles deliberaciones y aportaciones; y por otro lado un sistema de
círculos de activistas –lo que llamamos “grupos
motores” nosotros– cuya función suele ser más el dinamizar las
democracias de base que el representar a la gente. Un sistema
democrático es bueno que tenga distintas instancias de poderes según
lo que se requiere para las distintas tareas que se han de realizar,
y que por definición son complejas. Ni
parece conveniente que haya un solo comité, círculo, o grupo
decisorio de todo; ni que los grupos o círculos de base se erijan en
representantes, cuando son voluntarios y no elegidos.
Una asamblea local puede llegar a un 5% o máximo 10% de la
población, y esto ya estaría muy bien. Pero si
se quiere llegar al 99%, o al menos al 66% de simpatizantes de un
proceso de cambio, hacen falta sistemas más abiertos de legitimidad.
No es bueno confundir los sistemas electorales y representativos, con
los sistemas de activistas surgidos de las iniciativas de
la gente. Los dos son necesarios, cada cual tiene caminos
experimentados y se pueden articular. Da igual que el comité o
círculo de delegados venga de los círculos de base o de primarias,
igual se puede burocratizar, y hay ejemplos históricos de
sobra. Lo que parece necesario es mantener las diversas vías de
legitimación abiertas y complementarias. Y estas vías o columnas de
trabajo pueden ir cumpliendo diversas actividades,
tanto institucionales como instituyentes. Lo que es más
complejo es cómo se articulan entre sí según las circunstancias.
Un
sistema alternativo puede tener unas bases asamblearias, pero
sin mitificarlas.
Por ejemplo, para que pueda participar mucha gente no deben ser más
de 2 o 3 asambleas al año, y con propuestas claras de temas y
funcionamiento. Pueden tener varias partes en su desarrollo, donde
además de una explicación inicial y de rendición de cuentas, puede
haber luego un reparto en grupos pequeños que puedan analizar y
proponer, para al finalizar tomar algunas decisiones que sean
centrales hasta la siguiente Asamblea por lo menos. Los electos, los
círculos o los asesores, deben rendir cuentas y pueden hacer
propuestas, y sobre estas se puede abrir los debates, con
una dinamización adecuada, a un publico más amplio que
los activistas, siendo lo más inclusivos posible. Si los
círculos, por ejemplo, recabaron iniciativas de sectores
de la población no organizados o de movimientos, éstas pueden
enriquecer los debates y las propuestas.
Una
“democracia de iniciativas” es mucho más interesante y
democrática que solo una “democracia de control”. Si solo nos
planteamos controlar a los electos, del propio partido o de otros, ya
les estamos dejando toda la iniciativa a los que han salido
representantes, y solo queda ver si lo hacen bien o mal y
cambiarlos. Lo que se propone con las iniciativas de base –en
los mejores sistemas de las planificaciones participativas se
hace– es partir de la agenda de la gente, al menos para los asuntos
más de fondo (programas, planes anuales), y debatir cómo se pueden
articular y viabilizar. Esta es
una base no tanto para resolver los problemas del día a día, sino
para no desviarse del proceso de fondo,
contando con las aportaciones más amplias posibles.
La
tarea de los “grupos motores” no suele ser tratar de ser
representativos, sino activos. Esta es una función esencial que
prueba la dinámica no clásica de un movimiento. Si
la gente quiere ser representativa debe presentarse a elecciones de
tipo primario o definitivo, pero hace falta mucha más gente que no
quiera esa función sino la de dinamizar los procesos.
Y hay mucha gente dispuesta a estas funciones de formación-acción,
de activismo en movimientos, de preparar los debates para
programas y planes, etc. Si solo hay personas dispuestas a ir en las
listas electorales, eso es un partido clásico, y tendrá el mismo
futuro que los otros partidos que ya se conocen. El ritmo de estos
grupos o círculos no puede ser de reuniones muy frecuentes, pues la
gente tiene otras cosas que hacer –trabajos, movimientos,
familiares, etc.–, pero al menos mensualmente deben seguir con las
actividades que se auto-programen.
Otra
cosa es una agenda del día a día, pues muchos problemas se plantean
sin estar previstos. Un
movimiento que quiera resolver los problemas de la gente ha de tener
sistemas ágiles de respuestas.
Una cosa es el poder ‘legislativo’, de ‘planificación’, o el
‘judicial’ que puede tomarse sus tiempos de deliberación y
resolución, y otra cosa es contar con un ‘ejecutivo’ que
resuelva cotidianamente. Es claro que el ‘ejecutivo’, los
candidatos electos, han de seguir el programa, los planes, que
se han debatido en las asambleas a propuesta de los círculos, y que
han de rendir cuentas de sus actuaciones dentro de ese marco. Pero en
el día a día han de tomar muchas resoluciones que no pueden esperar
a los ritmos más lentos de las asambleas o de las primarias. En ese
sentido han de tener una cierta autonomía para interpretar los
acuerdos previos programáticos. Pero como puede haber fallos ha de
ser posible tanto la revocación –si es grave la decisión– como
la rotación para no acostumbrar a las personas sentirse como
profesionales de la política.
Las
candidaturas electorales son personas que se infiltran en un sistema
que no está pensado desde la participación activa de los sectores
de base. En ese sentido han de cumplir perfiles mediáticos para
poder ser elegidos, pero al tiempo han de responder a mandatos
‘imperativos’ para que no se acostumbren a actuar por su cuenta.
Los grandes problemas que hay que resolver tienen que ver con que las
personas más persistentes en las reuniones, y más maquinadoras para
conseguir puestos, suelen medrar en los partidos,
y suelen acabar por imponer sus clientelas de arriba abajo.
Practicar una buena formación-acción de base, vínculos con los
movimientos sociales, y rendición de cuentas pueden ser formulas
para que se aminoren estas tendencias elitistas. Y
como se ha de contar con asesores, pues cada cual no sabe de todo,
que estos equipos de asesores del día a día sean mixtos, pues la
inteligencia colectiva es también un valor que deben aprender los
cargos electos igual que las demás personas.
Asesores
mixtos es una forma de formar equipos donde algunos expertos en
algunas temáticas –medios de comunicación, legislación,
economía, formación, etc.– pueden articularse con
delegados o voluntarios que surgen de la base social, es decir, de
los círculos y asambleas. Según los recursos disponibles habrá
algunos profesionales pagados para estas funciones, pero puede haber
otros que sean voluntarios. La complejidad jurídica de los sistemas
en donde están infiltrados los electos los van a coartar por todos
lados. Por eso han de actuar con doble eficiencia: hacia dentro de
las instituciones con expertos en ellas para no quedar bloqueados;
por fuera de las instituciones para seguir construyendo
formación-acción con la gente y con los movimientos. Y en esta
segunda parte tanto los asesores como los grupos motores suelen jugar
un papel fundamental de extensión.
Propuesta
Es
posible compatibilizar las vías para las tomas de decisiones
ejecutivas del día a día con las deliberativas de participación
social sobre formación, vinculación con movimientos y programas,
que pueden realizarse en tiempos más dilatados. Proponemos cuatro
vías de actuación o columnas de trabajo en paralelo que
pueden interrelacionarse entre sí.
A)
Candidaturas. Como
se ha venido haciendo se basan en sistemas de primarias abiertas. De
donde saldrán responsabilidades de gobierno o de oposición. Según
los resultados que se obtengan en las distintas elecciones habrá
ingresos para garantizar el funcionamiento de toda la estructura.
B)
Asesorías. Pueden
haber tres o más equipos asesores pero consideramos imprescindibles
un equipo multimedia, otro jurídico-económico y un tercero de
formación-acción para dinamizar círculos y asambleas
para ir introduciendo un estilo de democracia participativa.
Cada equipo debería contar con personas especialistas –profesionales
y/o activistas– y algunos delegados/as de los círculos
con experiencia en los respectivos temas. Se
regirán por un ‘libro de estilo’ acorde con los principios de la
democracia participativa.
Los equipos deben existir al menos a nivel federal, autonómico y de
grandes municipios. Habrá que evaluar qué gastos llevaría su
funcionamiento.
C)
Círculos. Una
primera tarea sería la de Formación-acción para
la dinamización local o del sector temático
correspondiente, y recoger las iniciativas que surjan desde la gente,
de abajo hacia arriba. La
segunda tarea sería la vinculación con movimientos sociales de
acuerdo a estrategias locales partiendo
de mapeos de los procesos existentes. Una tercera tarea
puede ser debatir los programas de Podemos y preparar planes anuales
operativos. Las personas pertenecientes a los círculos de
Podemos deberán hacer constar alguna forma de identidad y conexión
para hacer posible las tareas y el estilo acordado.
Los
círculos deberán impulsar la formación y debates presenciales e
incluir algún sistema telemático para incorporar el máximo de
personas e iniciativas.
Los
acuerdos de cada círculo se comunicarán mediante una ficha
preestablecida a los círculos de coordinación autonómica o
federal.
Es
conveniente que haya círculos de ámbito local, autonómico y
federal. Al menos en estos últimos debería haber círculos por
sectores temáticos.
Desde
los ámbitos federal y autonómico se les preguntará a los círculos
locales sobre las cuestiones programáticas y de planificación.
D)
Asambleas. Se
realizarán en torno a dos asambleas a lo largo del año, con la
finalidad de establecer rendición de cuentas de candidatos/as,
asesores/as y círculos; y para la aprobación de programas
y priorizar planes operativos anuales. Otra
tarea de estas asambleas puede ser la elección de delegados/as para
formar parte de los equipos asesores y
para los círculos autonómicos y federales. Estas delegaciones serán
rotativas periódicamente, y pueden ser revocadas por las
asambleas.
El funcionamiento de las asambleas puede ser mediante
talleres abiertos a la población en base a las propuestas
presentadas por los distintos círculos.
Se
trata de un debate que precisa de adecuación a las prácticas más
que a teorías previas que
nos suelen hablar de lo que no debemos hacer más que de lo que ha
sido un éxito.
mos
Tomás
Rodríguez-Villasante Prieto es activista, profesor emérito de la
UCM y miembro del CIMAS
http://www.attac.es/2014/06/28/democracia-participativa-en-un-movimiento-electoral/