Antes de que se
produjera el Congreso de Cartagena (Co) había que prepararlo. Pero,
empezando por la auto-critica, en Latinoamérica no fuimos capaces de
hacerlo en las condiciones que nos gustaría. La Red ARNA busco sus
contactos en Colombia y pudo organizar a su estilo este Congreso de
2017 (Centro de Convenciones con sus costes adicionales, metodología
no discutida con nuestra redes pre-existentes, etc.) Por su parte la
red de CEAAL (pedagogía freiriana) ya venia con sus propios lugares
de encuentro y reuniones preparadas, fruto de su larga trayectoria en
los países del continente. Todo se presagiaba como un Congreso
habitual, si no fuera por el desborde que se pudo hacer en su
clausura y en la jornada de post-congreso “democratizado el
conocimiento”. Ya el primer día alguien se tapo la boca con unos
dólares en señal de protesta en la propia puerta, pero lo más
interesante vino después con los desbordes sucesivos.
La Red de Procesos
y Metodologías Participativas solo pudimos organizar una reunión
previa, el lunes 12 de junio, gracias al trabajo del Grupo Motor y de
Natalia Londoño (una colaboradora de Medellín) que encontró una
Universidad amiga en Cartagena. Un primer aprendizaje de esta Red es
que, previamente y por internet, se formularon las preguntas previas
a las que debíamos responder desde las 4 comisiones temáticas y
desde las iniciativas de cada país. La vinculación simbólica de
esta red a Clacso funciono como una buena escusa, y se demostró que
podemos funcionar por grupos motores y comisiones, y sin grandes
costes. Aunque no fuimos capaces de sumar a otros grupos y redes a la
reunión de ese lunes previo, la reunión de unas 50 personas de
países latinos tan distintos salio bien, según lo organizado
previamente, y con las cuatro comisiones con sus proyectos y tareas
acordadas y en marcha.
Un segundo
aprendizaje tiene que ver con las formas de construir conocimiento en
el propio Congreso. Hubo Mesas “redondas” de 3 o 4 ponentes, con
las clásicas preguntas al final. En general, solo parecen algo
participativas si los ponentes están respondiendo a preguntas
previas (que se hayan enviado por Internet, o desde un relator que
las recoja allí mismo). Pero hubo Mesas de mas de 6 o 7 ponentes (en
algunos casos forzadas por la organización, al sumar dos) que no
favorecen en nada lo participativo. Mejor sería que se abriesen a
círculos-talleres con los asistentes, para un debate desde el
principio con facilitadores y con algunas preguntas clave. En los
Talleres en que estuve, con unas 20 o 30 personas, con dinamizadores
y papelógrafos, fueron mucho más participativos y con resultados
colectivos visibles y creativos. Faltó que se grabasen en video al
final los acuerdos principales de cada Taller, con lo que se podría
tener una colección de todas las conclusiones, y fácilmente
divulgables de forma rápida. Aunque no se hizo esta tarea, se puede
aprender a realizarla para próximos encuentros.
También pudimos
aprender que la palabra “investigación” tiene algunos sentidos
que son sospechosos para la gente del común. Pueden ser
interpretados como tareas típicas de los académicos o de la
policía, y que se llevan esas informaciones e investigaciones a no
se sabe dónde y al servicio de no se sabe quién. Patricia Botero
nos ilustro desde sus movimientos populares colombianos: actuar con
cuidado con los conceptos habituales que a veces usamos. Por eso
siguen apareciendo nuevas formas de nombrar estas formas de
“implicarse en hacer estrategias colaborativas” con la población
como protagonista. Así al menos sería bueno nombrarnos mejor desde
los Grupos Motores que postulan una transformación social frente a
las opresiones y explotaciones en que nos haya tocado vivir. Actuamos
con los Grupos Motores para procesos concretos, desde movimientos,
comunidades, cooperativas, etc. que no defienden una ideología
cerrada, sino que con ellos construimos, desde la diversidad, sus
estrategias viables.
Los entramados
sociales y las redes preexisten, emergen y se reconocen, no aparecen
o se construyen de la nada. Si en un momento “enactuan” (como
señaló Sandra Massoni citando a Francisco Varela) es porque ya
están ahí en sus potencialidades. Pero hay que saber reconocerlas y
fomentar las conexiones transformadoras. En este sentido algunos
venimos llamando a estos procesos “construir estrategias con los
Conjuntos de Acción”. Que no son movimientos sociales que llaman a
los demás a venir a “nuestra propuesta”, sino alianzas prácticas
con otros movimientos y con sectores populares para algún tema muy
concreto, o incluso también con entidades o personajes que puedan
ayudar desde sus posiciones de prestigio o de relativo poder.
Pongamos por ejemplo las Redes que ya estaban en el propio Congreso
de Cartagena y su comportamiento. Lo presento en forma de “pentalema”
(método “transcend” de Johan Galtung.):
Desde ARNA invitan
a participar a las demás redes en el proyecto que ya tienen, con sus
costes y con sus metodologías, tanto en el Congreso (días13-15)
como para la sesión sobre Democratizar el Conocimiento (día 16).
Los costes imposibilitan a movimientos sociales de Colombia (incluso
de Cartagena) a participar, lo que generará protestas ya desde antes
y en el primer día. Bastante gente decide no acudir a Cartagena, y
también se buscan otros trucos entre los presentes en la ciudad.
¿Era necesario que fuera en el Palacio de Congresos con todos sus
costes? ¿Se podía organizar en Universidades como hicimos el día
12 en Cartagena, o como queremos hacer en Rosario (Septiembre 2018)?
¿Las metodologías
participativas se reducen a las propuestas por ARNA para estos días
o podemos poner en marcha otras (las de el Foro de España-Portugal,
las de México o las de Chile, que han sido variadas y más
participativas)?
En el polo opuesto
aparecen los carteles del día 15 (“¿Quién Falsta aquí?” etc.)
en la sesión de clausura. Pero esto es una protesta, más que la
construcción de una propuesta. Es un inicio de desborde práctico
porque señala críticamente lo que faltó, o que se dio de forma
unilateral. Y también porque más que negar el acto, se aprovechó
la clausura y parte de su música para bajar el acto final a la
gente, aislar el escenario, y salir por la escalera hasta la calle,
donde se quería llegar simbólicamente. Parece que fue una
construcción performativa-artística de algunos grupos a la que se
sumó luego buena parte de público asistente. Interesante aquí el
aprendizaje sobre cómo retomar el espacio instituido para abrir una
movilización instituyente, pues no entendimos que se tratase de
negar la buena voluntad de los convocantes, sino de ser más
coherentes en la práctica: Bajar de las tarimas y salir a la calle.
La convocatoria
del día 16 fue más desbordante, y ahí aprendimos más y mejor.
Ante la convocatoria hubo tres actitudes. Dirigentes de CEAAL, los
organizadores colombianos y buena parte de las redes latinas no
asistieron a la llamada de ARNA. Bien porque ya estaban con sus
propias organizaciones, bien porque se entendió que el acto era para
“sumarse” a ARNA y su forma de organizar. El caso es que solo
fuimos unas 200 personas, más por oír las conferencias desde Asia,
África y Europa-America (Boaventura S. Santos), y por ver el tipo de
propuesta que hacia ARNA. Boaventura sintetizó la postura que se
venia comentando en los pasillos y desautorizó la pretensión de que
aquel acto pudiera ser una Asamblea con pretensiones de red mundial.
Tal como estaba la situación se amenazaba con que nos fuéramos la
mayor parte de los latinos allí presentes, pero por suerte decidimos
consultar con las mesas en que estábamos sentados los grupos. Y la
mitad de los grupos escogimos la postura de revertir y desbordar lo
que se nos proponía desde ARNA.
En una esquina de
aquel gran salón unas 100 personas de habla hispana y brasileña, la
mitad de los asistentes, decidimos a trabajar en grupos, pero usando
las metodologías propias, ya que llevamos años de experiencias y
encuentros en varios de nuestros países, y tenemos algunas redes en
que apoyarnos. Aclaramos que no se trata de negar la buena voluntad
de ARNA, pero sus técnicas nos parecían superficiales y poco
operativas para nuestras necesidades de auto-organización. En solo
dos horas nuestros grupos ya habían acabado las reuniones de grupos
y el plenario, sumando los papelógrafos de síntesis en la pared,
para sacar las comisiones de trabajo. Las comisiones a la hora de la
comida ya tenían sus reuniones y sus compromisos establecidos, y se
ha ampliado a una red que se auto-convoca para encontrase de nuevo
dentro de un año en Rosario (Septiembre 2018). Los otros grupos, de
habla inglesa, tras la comida apenas habían terminado de debatir las
tres preguntas que les habían formulado, y se apuntaban a algunos
grupos temáticos que proponía ARNA.
En el plenario los organizadores de ARNA invitan a esta Red
auto-organizada de la esquina latina a contar sus aportaciones.
Salieron unas compañeras, y una canto versos en portugués, otra
explico que ya tenemos redes y experiencia y por eso nos colocamos en
paralelo, y una tercera relató las comisiones de trabajo y sus
objetivos, y la propuesta de Rosario 2018. Pero
el acto emotivo fundamental fue cuando resonaron las palmas en todos
los corazones de la sala. Tras la exposición de las compañeras
sobre lo que la "red de las mesas del rincón latino"
habíamos construido, el moderador californiano preguntó: ¿Quién
dice algo? ¿Alguna pregunta? Muchos empezamos a golpear con la palma
de la mano en el corazón, y se formó una cadena humana paseándonos
en círculo, rodeando toda la sala, invitando en una lengua universal
a todas y todos a hacer y comprender por encima de culturas y
fronteras. Resonaba el silencio de la palabra y sobresalía el gesto
y el sonido hueco de los cuerpos, hasta que todo fue un círculo. Y
en el círculo se nombró la Red, se aplaudió, y siguió la
palabra.
Valga este ejemplo
reciente para retomar algunos aprendizajes sobre metodologías
participativas. Lo primero es saber auto-criticar la propia red o
grupo en el que cada cual estamos y no dar por sentado que los demás
“deban venir a lo nuestro”, sino saber escuchar las otras redes
que ya están conformadas, o que están ocultas o dispersas, pero que
se están conformando o tienen potencialidades de hacerlo. La
auto-reflexión es un buen ejercicio para comenzar cualquier proceso
participativo. ¿Queremos preservar nuestra red, o queremos
ampliarla, o articularnos con otras semejantes? ¿Cómo hacer esto
con auto-organización, desde la preguntas de cada sensibilidad? ¿Los
consensos pueden ser con cualquiera? ¿Y los disensos hasta donde nos
separan? Hay unos grados de “afinidad” que constituyen cada red
según su temática, lugar de origen y lengua, e historia de
construcción. Estas redes pueden encontrarse con otras de tipo
“diferente” (ARNA, CEAAL, UPMS, CLACSO, Sentipensante, etc.) para
actividades concretas, y mantener relaciones de buena vecindad.
Porque lo “opuesto” es el sistema opresor y explotador (ante el
que nos debemos unir), y porque la mayoría de la población esta
“ajena” aún a las metodologías participativas.
En algunas de
nuestras redes sabemos que tenemos en frente al 1% que maneja el
sistema neoliberal y las instituciones que le sirven, y con esos
poderes solo cabe unas estrategias de aislamiento y reversión. Pero
para “transducir” con la gente común, no queremos aislarnos
nosotros, sino acrecentar los “Conjuntos de Acción” con
practicas y articulación viables, a partir de las diferencias que
cada sensibilidad plantea. En cada red y en cada sensibilidad hay
siempre una mezcla de aspectos constructivos y de otros paralizantes
o bloqueadores de los procesos. Por lo que la tarea es reconocer, y
poner en marcha los aspectos que puedan servir para construir
colectivamente. El poder dejar aparcados los aspectos bloqueadores es
también un ejercicio para superar los egos y las ideologías
cerradas que son las que suelen frenar las mejores “trayectorias”
de cambio. Pues en la participación no se trata solo de procesos
rápidos (movilizaciones), sino de construcciones desde experiencias,
con consensos laboriosos (movimientos), no solo lógicos y
dialogantes, sino vivenciales y duraderos.
También es
posible aprender algunas diferencias de conceptos, que pueden
resultar más apropiados, aunque en el fondo queramos decir lo mismo.
Por ejemplo, “diálogos” de saberes no siempre es lo mismo que
“ecología” de saberes. Dialogar nos inclina a pensar en una
conversación hablada o escrita, y no tanto a una actividad
“ecológica” y vital más implicada y completa como son las
acciones conjuntas, como en la naturaleza la diversidad de los
ecosistemas, y en este caso desde la diversidad social. El E.C.R.O.
(de Pichon-Rivière) son los “esquemas conceptuales referenciales y
operativos” que le llevan a plantear actuar con “grupos
operativos”, como a nosotros con “grupos motores” en la
“socio-praxis”. Pero hay quien se queda en la parte de analizar y
dialogar sobre los “esquemas conceptuales” sin llegar nunca a las
“relaciones operativas”. Pero nosotros hemos aprendido (como en
el caso de Cartagena, con el R.O.C.E.) que las “relaciones
operativas” deben ir delante, crean ambientes que pueden cambiar
algunos “esquemas conceptuales” en los procesos y trayectorias.
“Traducir” está muy bien entre distintas culturas para que nos
podamos entender, pero “transducir” (como las enzimas o los
catalizadores) es algo más, pues se provocan saltos en la “ecología
de saberes”, más allá de los “diálogos” donde solo se habla
o escribe.
Los
“transductores” no investigan (como los policías o los
académicos clásicos), y tampoco juzgan (como los del “ver,
juzgar, actuar”). Más bien se trata de construir “estrategias”
con los sectores implicados, facilitando espacios amplios y
metodologías de procesos participativos, para hacer emerger
trayectorias y entramados, tanto de los colectivos y asociaciones
implicados como de las redes ocultas que ya existen, y que
potencialmente pueden transformar las situaciones de partida. Pero a
veces los “agentes democratizadores” (profesionales o liderazgos
voluntarios) construyen más las peleas y competitividad entre
sectores (elección de dirigentes, imposición de algunos temas,
sectarismos, etc.), que construir consensos eco-eficientes de forma
colaborativa. Esta responsabilidad es de quién plantea las
metodologías. Puede ocurrir porque no se sepa guardar las ideologías
o sectarismos en un bolsillo, o porque no se conozca que hay unos
métodos para que la gente se enfrente y otros para limar las
contradicciones en el seno del pueblo, y en suma hay que saber
aplicar los más convenientes para construir las estrategias
superadoras. No encerrarse solo en los dilemas que nos plantean, sino
saber abrirse a la los “multi-lemas” y superaciones “transcend”
que sean eco-eficientes.
Por ejemplo, en el
caso de la toma de las Plazas del 15M de los indignados se habló de
que existían “dos almas” (una que solo pedía reformas del
aparato político y otra que postulaba organizarse
auto-gestionadamente en colectivos de base). Pero había más, aún
cuando se necesitó un tiempo para que “emergieran”: aparecieron
también las “mareas” que fue una forma de desbordar a los
partidos, sindicatos y a las instituciones a las que se dirigían
(salud, educación, la PAH en vivienda, etc.). Más tarde apareció
un partido nuevo y esto obligo a cambiar la situación política. Y
también aparecieron agrupaciones municipalistas, que no se reducían
a partidos, sino a unas movilizaciones electorales realmente
novedosas y creativas. No parece que una de estas posiciones sea la
buena y las demás equivocadas, sino que son diferentes estrategias
que pueden convivir entre si, en las que diferentes partes de la
población se reconoce y participa en diversos grados. Salir del
dilema y que se puedan plantear (sin sectarismos) diversas
estrategias es algo que las metodologías participativas también
podemos aprender. Por ejemplo, yo en mi pueblo estoy en varios
colectivos agroecológicos y culturales, y también participo en la
agrupación municipalista. Pero además apoyo la “marea verde” de
la educación, voto a la coalición de partidos del cambio, y apoyo
las reformas que se plantean de las leyes retrogradas del sistema
dominante.
Otro ejemplo más
internacional puede ser el de los Foros Sociales Mundiales. El debate
sobre si deben ser solo Foros de debate, como un gran mercado de
ideas sin que se tengan que tomar acuerdos, o más bien deben servir
para hacer convocatorias para la acción conjunta de los movimientos
sociales contra el neo-liberalismo, se puede ampliar a varias
posturas más, que no tienen porque ser incompatibles. Una postura es
que los Foros se disuelvan, cosa que puede suceder si las peleas
internas se recrudecen porque las posturas se muestren como
incompatibles. Otra postura puede ser que se formulen a la vez como
un Foro para el Debate cada año o dos años (tal como han venido
siendo) y a la vez que también exista alguna instancia para lanzar
acuerdos comunes de acción internacionales (como ya ocurrió contra
la guerra en una ocasión). Seguro que también hay otras posiciones
que pueden emerger, y que no tienen porque ser incompatibles. Lo que
hace falta son metodologías colaborativas, que permitan que cada
cual apueste y trabaje por lo que crea, y se superen los “egos”
de personajes y colectivos (disfrazados de debates ideológicos, en
su peor acepción) que tanto mal le han hecho a las alianzas
internacionales, a la construcción de alternativas y a las
movilizaciones alter-sistema.
No se trata de
conseguir el diálogo y el consenso de todas y todos, alcanzando unas
unanimidades imposibles. Se trata de acompañar procesos que se vayan
decantando con la propia gente, como el propio caso de la
investigación-acción-participativa. Cuando en los años 70 Fals
Borda se implica con los campesinos colombianos, y aprende lo
“senti-pensante” de ellos, eran épocas en que los marxismos y
las teologías de la liberación aún estaban muy ideologizadas (y
hasta sectarias en no pocos casos). Al principio de los años 90,
cuando hablé en un par de ocasiones con Fals Borda no coincidimos en
que los “sistemas emergentes” y la “complejidad de los
entramados populares” eran aspectos fundamentales a incorporar,
pues opino que el pueblo básicamente no hace “ciencia”, aunque
tiene algunos “saberes” imprescindibles. Por esta razón declinó
hacer el prólogo de nuestro libro colectivo “Las ciudades hablan”
(que si hizo Hugo Zemelman). Pero si nos abrió la puerta y facilitó
que coordináramos un grupo sobre “Poder Local” en el Congreso de
Cartagena de 1997. En aquel Congreso ya estuvieron también
Wallerstein, Escobar, y otros tantos que si insistimos en incorporar
la “complejidad” y los “sistemas emergentes” a los procesos
de las metodologías participativas.
En los inicios del
nuevo siglo Orlando Fals Borda si se abrió a los nuevos enfoques, y
escribió e hizo declaraciones a favor de avanzar en la
reconceptualización de las metodologías participativas. Pero el
nuevo reto es si ¿cualquier constructivismo social, cualquier teoría
de sistemas, encaja con las metodologías participativas? Aunque
Edgar Morin y Niklas Luhmann hablen de “complejidad” en la
práctica justifican sistemas y estrategias contrapuestas en lo
social y lo político. Y en un debate de seguidores de Morin y de
Freire, que organizó Carlos Núñez en México, las diferencias eran
bastante más que las coincidencias, aunque todos hablasen de
“dialógica” y de “participación”. Por eso más que
definiciones teóricas, lo que necesitamos son “distinciones”, y
a ser posible ejemplos prácticos que aclaren en que estrategias
estamos cada cual y cada proceso. “¿Para qué? y ¿Para quién?”
que son las preguntas para un enfoque básico (o epistemológico), y
“¿Por qué?” es la pregunta sobre cada dispositivo técnico o de
dinamización dentro de una metodología. Pues no somos neutrales y
tenemos muchas responsabilidades, como hemos aprendido: las
metodologías nos pueden echar a pelear de forma sectaria por
representatividades, o nos pueden facilitar construir procesos en
colaboración desde las diferencias.
Uno de los grupos
de nuestras redes ha propuesto comunicarnos y debatir a través de
una “Revista Desindexada”, es decir, salirnos de los requisitos
que marca la academia que premia a los profesores que más publican
en “Revistas Indexadas” (e incluso con un raking de valoraciones
entre ellas). También en este caso se puede plantear la cuestión
como un “pentalema”, para no quedarnos encerrados en un dilema
simple. Nos contaron también (Gerardo Alatorre)
la experiencia de una Revista sobre “Fracasos Anónimos”,
que durante unos años pudieron mantener, contando sobre todo los
problemas que se les presentaban en los trabajos prácticos y que no
conseguían resolver. Sería lo contrario de vanagloriarse de los
éxitos tal como se suelen publicar en las revistas académicas en
la competencia por el reconocimiento profesional. Entre estas tres
posiciones se puede ver una intermedia que cuente pros y contras, y
que no esté preocupada por ranking o index, sino por el debate entre
interesados en le tema. Una quinta posición superadora podría ser
una Revista para “construir sobre lo no resuelto”. De forma
anónima o no, se pueden plantear las cuestiones no resueltas
(fracasos o simples preguntas), luego abrir un debate con ciertos
límites de extensión y tiempo, para ir dejando sentados algunos
avances que se pueden firmar colectivamente, por ejemplo.
De nuevo usamos el
sistema de los “pentalemas” (Galtung, Ibáñez, CIMAS), para
mostrar un ejemplo de dispositivo que no se queda encerrado en
“dilemas” lineales, sino que permite construir en un plano con
múltiples posiciones, más o menos orientadas e incluyentes, desde
la diversidad de posturas previas. La postura mejor para adoptar, no
es la de un extremo concreto del plano, sino la que puedan construir
en cada “situación” aquellas personas que están implicadas en
llevar adelante el proceso concreto. Porque no se trata de tener la
verdad en abstracto, sino de la eco-eficiencia de las decisiones que
se pueden adoptar teniendo en cuenta hasta donde llega la
participación y la correlación de fuerzas existente. No queremos
tener la razón, sino facilitar espacios y caminos que construyan,
desde las razones diferentes de los sectores populares, aquellas
estrategias superadoras que en cada situación se ven posibles por
los implicados/as en cada caso. Y tal vez salgan más de un camino
con estas metodologías, pero la práctica dirá cual es el más
eco-eficiente para la transformación necesaria.
Tomás R.
Villasante
(Profesor Honorífico
de la Universidad Complutense de Madrid y cofundador de la Red
CIMAS).
Para ampliar los
fundamentos de estas metodologías socio-praxicas, se pueden
consultar sus libros:
- (2006) Desbordes
creativos. Estilos y estrategias para la transformación social. La
Catarata. Madrid.
-Con Rosa Pinto (2011)
La democracia en marcha. Kerala. Los retos de la planificación y las
democracias participativas. El Viejo Topo. Barcelona.
- (2014) Redes de vida
desbordantes. Fundamentos para el cambio desde la vida cotidiana. La
Catarata. Madrid.
- Con CIMAS (2015)
Metodologías participativas. Sociopraxis para la creatividad social.
Dextra. Madrid.
- Con otros autores
(2015) Construyendo democracias y metodologías participativas desde
el sur. LOM. Santiago de Chile.
-
Con Nara Ramos (2015) Do sul a o Norte. Metodologías
participativas desde la sociopraxis. Faith. Sao Borja (RGS-Brasil)
- Con José Astudillo
(2016) Participación social con metodologías alternativas desde el
sur. Abya Yala. Quito.
- (2017) Democracias
transformadoras. Experiencias emergentes y alternativas desde los
comunes. El Viejo Topo. Madrid.