jueves, 27 de abril de 2017

El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos para medir los avances en la calidad de vida y la sustentabilidad (4 de 4)

El debate de un caso concreto

El PYDLOS es un centro de investigación en la Universidad de Cuenca (Ecuador) prestigioso por su implicación en temas sociales (migraciones, apoyo a procesos municipales, etc.). En los últimos años ha lanzado debates sobre el buen vivir y en la actualidad apuesta por lograr mediciones que concreten estos aspectos que venimos discutiendo. En principio, allí plantean cinco grandes ejes a los que reducir la interminable lista de posibles necesidades que se les ocurren a los investigadores de todo el mundo. Ejes que tienen que ver con las cinco preguntas básicas del buen vivir que rescatan de su propia práctica.
Entiendo que cuatro de ellas tienen que ver con las cuatro interacciones básicas que ya hemos visto en otros movimientos y autores. Y la quinta veremos que ya no tiene tanto sentido, desde mi punto de vista, pues está contenida en las anteriores cuestiones planteadas.

Incluso en un libro sobre “la (re) creación del pensamiento del PYDLOS”27 se citan los cuatro elementos de la concepción de ECUARUNARI como punto de partida para el sumak kawsay: poder (ushay) o sea organización, hacer (ruray) o sea economía, querer (munay) o sea, cuidado de la naturaleza, y saber (yachay) o sea, conocimientos. Lo que se corresponde con participación y democracia; con economía popular y solidaria; con conservación territorial y ambiental; y con satisfacción cultural respectivamente. El quinto, inclusión social y acceso a servicios, está incluido en los anteriores según argumentare más adelante.

El eje de participación y democracia puede recoger estudios muy variados en el mundo. ¿El que haya referendos quiere decir que hay democracia directa? Recordemos que tanto dictaduras como movimientos sociales han realizado referendo, con sentidos muy distintos.

¿Los sistemas de partidos son índice por sí mismos de democracia? Asistimos en todo el mundo a protestas contra las partidocracias por muchos movimientos de indignados. ¿Cómo y quién puede medir la confianza y la ética, la comunicación, la libertad y equidad, etc.? No podemos partir de un solo modelo de lo que sea la democracia y la participación.

Más bien cabe pensar en cada caso cómo mejorar lo que cada localidad o país tiene según
su propia tradición y cultura política. La propuesta en el caso de Ecuador, y del Cantón Cuenca, es que se parta de la Declaración de Bogotá sobre Presupuestos Participativos. Hay unas quince recomendaciones sobre lo que son las experiencias latinoamericanas, después de haberlas llevado a la práctica, desde hace 25 años en varias ciudades, y sabiendo ya los puntos débiles de estos intentos de democracias participativas. En temas de participación hay varias “escaleras de participación” según los autores que hacemos el seguimiento de estos procesos. En el CIMAS28 tenemos también una escalera que nos sirve de referencia. Pueden servir también para este eje, pero siempre son preferibles las experiencias de territorios semejantes que ya pasaron por estos procesos. Y sobre todo, el debate en el Foro de la propia ciudad o territorio para ajustar necesidades y criterios.

En el eje de Economía Popular y Solidaria tampoco es fácil la formulación de criterios para la medición y el seguimiento. ¿Cómo ponderar las condiciones de empleo por cuenta ajena, de lo que significa el autoempleo, del trabajo doméstico no retribuido, etc.? ¿Con qué criterios valorar el sistema financiero en relación con la economía internacional y con las necesidades locales? ¿Cómo valorar la planificación participativa o no de los diferentes factores económicos? ¿Cuál debe ser la relación entre el sector estatal, el privado, el social y los bienes comunales, por ejemplo? ¿Qué se ha de medir en cada caso? Se ha de partir de algún consenso para usar unos datos u otros, pues hay datos económicos y laborales para todos los gustos.

La propuesta es basarse en los diversos estudios latinoamericanos sobre economía popular y solidaria, que tienen también una amplia experiencia práctica de éxitos y fracasos. Desde el Foro Social Mundial de Porto Alegre venimos discutiendo seis aspectos centrales y complementarios para las economías populares, que parten de los estudios de Razeto, pero que tienen en cuenta también estudios de Coraggio, Singer, Arruda, etc. Evaluar en cada experiencia cuánto hay de finanzas solidarias y de las especulativas; cuánto de comercio justo y de comercializaciones discriminadoras; cuánto de trabajo cooperativo y de condiciones laborales de explotación; cuánto de consumo responsable y de distancia entre las rentas; cuánto de servicios básicos (salud, educación, transporte) que sean participativos y cuántos servicios ineficientes; cuánto de tecnologías adecuadas y apropiadas a las comunidades y al ecosistema local. En conjunto debe aclararse en qué medida se va articulando un sistema que apoya a una economía alternativa, o por el contrario si los índices llevan a la dependencia de la especulación económica internacional.

En el eje de la Conservación Territorial y Ambiental, no solo está la gestión de los recursos limitados de la naturaleza (fuentes de energía, agua, suelos y flora, etc.) sino que hay que tener en cuenta la extracción de todo tipo de minerales, y la construcción de viviendas e infraestructuras, que afectan a los ecosistemas de forma muy notable. Los procesos migratorios y su presión sobre los territorios son cuestiones también ambientales y de la salud en su conjunto, por lo que los planes han de tener en cuenta sus efectos sobre la sustentabilidad actual y futura. Los criterios en este campo suelen ser muy contrapuestos: lo que para unos son externalidades a corregir (efectos colaterales de la extracción de minerales), para otros son la fuente de la vida (el agua que riega la producción agraria, el atractivo turístico o de calidad para la vecindad, e incluso lo sagrado de la Pachamama).

La recomendación en este eje es usar un estudio de la huella ecológica en alguna de sus varias modalidades, de forma que se pueda evaluar las condiciones territoriales de sustentabilidad. Este tipo de estudios se centran en los consumos (tanto domésticos como industriales o públicos) y de sus repercusiones en metros cuadrados que son necesarios para mantener el modelo actual. El caso del Ecuador en su conjunto resulta equilibrado aún, por las grandes extensiones de la zona oriental. Pero en el caso de las ciudades o cabeceras cantonales cabe establecer también su huella sobre el resto del territorio y se podrá apreciar en qué aspectos hay déficits claros y en qué otros aspectos cabe reducir el impacto. Los Estudios de Impacto Ambiental, si es que están bien hechos, también pueden ayudar a precisar los impactos posibles sobre el territorio y la salud del lugar y de las personas.

En el Eje de la Satisfacción Cultural la dificultad es aún mayor si cabe. ¿Cómo valorar los mitos o las simbologías locales? ¿Se puede valorar el uso de los vestidos, los idiomas, los ritos? ¿El disponer de instalaciones e infraestructuras culturales supone que haya creatividad colectiva e iniciativas sociales? ¿Cómo recoger la importancia de la memoria y de los patrimonios materiales e inmateriales de cada lugar, las artesanías, etc.? La educación y los usos de nuevas tecnologías de la comunicación son aquí fundamentales para evaluar este eje. Pero no parece suficiente el índice de alfabetización o el fracaso escolar, sino otras variables menos formales que recojan la cultura y la creatividad social desde las propias tradiciones de cada comunidad en sí misma.

La diversidad étnica en un Cantón como Nabón, por ejemplo, a diferencia del Cantón Cuenca mucho más mestizo, hace que no sea fácil hacer propuestas de medición equiparables para ambas situaciones. Si en los demás ejes la recomendación principal es que el Foro Social de cada lugar pueda ser quien concrete los criterios de medición, en este caso es inevitable. Y además resulta casi imposible recomendar algún listado de elementos de medición del buen vivir cultural, pues las situaciones son tan dispares que solo desde trabajos cualitativos parece posible acercarse a las consideraciones locales tan propias ya no solo de cada cantón, sino incluso de cada parroquia o barrio. Todo lo que se puede avanzar es tratar de hacer una serie de grupos de discusión focales, a partir de los criterios del foro para recoger las posiciones discursivas predominantes y emergentes en cada uno. Y desde esas posiciones establecer algún tipo de comparación y valoración.

En cuanto al quinto eje sobre inclusión social y acceso a servicios, ya hemos indicado que en gran medida ya puede estar recogido en los ejes anteriores. La adecuación territorial, la vivienda y el transporte, la salud, etc., ya deben estar contemplados en conservación territorial y ambiental. Lo que se refiere a empoderamiento de la población, gestión pública, derechos, etc., ya debería estar en participación y democracia. Educación, nuevas tecnologías y servicios culturales está recogido en satisfacción cultural. Por lo que solo queda la consideración para grupos en situación de exclusión social, pero este tipo de procesos debe estar contemplado dentro de la economía popular y solidaria. Pues si no estuviera incluida en este eje, seguramente estaríamos hablando más de caridad que de soluciones de justicia social.

Presentar un eje exclusivo de pobreza o de exclusión, aparte de los otros ejes, puede ser entendido como una faceta de integracionismo en esta sociedad, como un valor de que nuestra sociedad ya ha alcanzado el nivel suficiente como para acoger a los que no han podido integrase a ella, y nosotros vamos a medir cómo los incluimos. Poner índices de pobreza al margen de considerar la riqueza como la causa de la anterior puede ser un ejercicio peligroso. En todo caso, debe de ser el Foro social quien decida qué es lo que hay que valorar y por qué. Pero no dejará de ser interesante el debate de si debemos medir la “inclusión social” aparte de los otros ejes que son para toda la sociedad, sean ricos o pobres.

Entiendo que si los otros cuatro ejes van mejorando (trabajo, participación, servicios y cultura) ya dejaría de tener sentido uno de inclusión.


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