miércoles, 16 de marzo de 2016

Sentirse haciendo,caminar preguntando

En Francia han pasado de quemar coches en las periferias a la movilización de jóvenes y sindicatos contra los contratos super basura. En nuestras ciudades, de las fiestas del botellón a estropear parquímetros en barriosperiféricos de Madrid. Parece que aquí las cosas no son tan radicales, pero el malestar de fondo de los“desaprovechados/desechables” sigue ahí, sin salidas más que en la barbarie o la revuelta. La sociedad de los patriarcas y de los mayores beneficios de las grandes empresas nos lleva a la guerra por el petróleo o a limpiar el chapapote de sus naufragios. En estos climas de violencia, ¿se pueden esperar nuevas sensibilidades, nuevas formas de movimientos?
El juego de la democracia electoral al uso o de las ONG aparece como un circo en el que participan algunos casi tapándose la nariz. Pero mucho más como voto de castigo alcontrario que por convicción propia, más por conseguir un trabajo menos indigno que porque se piense que se puede transformar algo. Es mucha más la orfandad y la indolencia ante este patriarcado que el sentirse creativos para organizarse, para sabersecapaces de sentirse haciendo, de caminar preguntando. Pero hay quien lo hace. Hay quienes están en nuevas formas de hacer política, quienes no se conforman con repetir las formas patriarcales heredadas. Porque la forma no es una cuestión formal.
Algunas sugerencias que nos llegan de (eco)organización (eco, que significa casa, morada o ámbito vital en griego) empiezan por uno mismo, por los nuestros, por los cercanos, los afines. El sentirse haciendo, el ser protagonistas y creativos, no sólo en charlas militantes o en Internet para hacer solidaridades, sino en construir acciones operativas. Si estás en una reunión que sirva para algo, que quede un plan de trabajo o un esquema que nos aclare qué hacer. Sentirse haciendo, sentirse aprendiendo, descubriendo algunascarencias propias, y las creatividades colectivas. Incluso hay técnicas para reírse de los propios prejuicios, o para priorizar por dónde construir estrategias.
Pero la (eco)organización no es el prefijo auto para mirarse el ombligo y discutir eternamente lo buenos que somos, y lo sectarios que podemos ser con los más cercanos. También aprendemos a hacer ‘mapeos’ locales y/o sectoriales del ecosistema en que nos movemos. No se trata de una organización-tipo igual y perfecta para todas partes, sino de cómo construir las redes imprescindibles en cada caso para poder salir del aislamiento, y las invisibilidades, en que solemos estar. Estamos aprendiendo que hay muchos más grupos y colectivos de los que nos parecen a nuestro alrededor. ¿Cómo escuchar a los otros colectivos, y sus diferencias, para hacer “conjuntos de acción” por causas concretas y operativas?
Algunos también ensayan democracias participativas para (eco)organizarse. Son lugares donde cada cual hace su propuesta, se mezclan grupos para construir algunas iniciativasy después se priorizan ponderadamente repartiendo los apoyos a las varias opciones hasta alcanzar ciertos consensos que les parecen más operativos. Hay diversas formas de hacerlo, pero nada que ver con votar a unos contra otros. La cuestión es poder construir alguna ‘idea-fuerza’ entre todos los presentes, que no sea una simple frase bonita, sino una motivación capaz de movilizar a sectores diferentes de la población de manera unitaria y eficiente.
Otros ‘ritos de paso’ por los que parece bueno pasar son los sistemas de control, evaluación y monitoreo. Es decir, ponerse a hacer cosas, ‘caminar’, y escuchar cómo va resultando, ‘preguntando’. Así, (eco)organizarse es tener un sistema ‘inteligente’ de rectificación sobre la marcha, de aprovechar todas las capacidades e iniciativas que surgen, fomentando la creatividad y la cooperación. Aunque suene un poco mal le podemos llamar Construcción Colectiva de la Acción y el Conocimiento Alternativo y Sustentable (CCACAS...). Sobre todo que no perdamos el sentido del humor, y que disfrutemos haciendo disfrutar.

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