En
Francia han pasado de quemar coches en las periferias a la
movilización de jóvenes y sindicatos contra los contratos
super basura. En nuestras ciudades, de las fiestas del
botellón a estropear parquímetros en barriosperiféricos de
Madrid. Parece que aquí las cosas no son tan radicales, pero
el malestar de fondo de los“desaprovechados/desechables”
sigue ahí, sin salidas más que en la barbarie o la
revuelta. La sociedad de los patriarcas y de los mayores
beneficios de las grandes empresas nos lleva a la guerra
por el petróleo o a limpiar el chapapote de sus naufragios.En
estos climas de violencia, ¿se puedenesperar nuevas
sensibilidades, nuevas formas de movimientos?
El
juego de la democracia electoral al uso o de las ONG aparece
como un circo en el que participan algunos casi tapándose
la nariz. Pero mucho más como voto de castigo alcontrario que
por convicción propia, más por conseguir un trabajo
menos indigno que porque se piense que se puede transformar
algo. Es mucha más la orfandad y la indolencia ante este
patriarcado que el sentirse creativos para organizarse, para
saberse capaces de sentirse haciendo, de caminar preguntando.
Pero hay quien lo hace. Hay quienes están en nuevas formas
de hacer política, quienes no se conforman con repetir las
formas patriarcales heredadas. Porque la forma no es una
cuestión formal.
Algunas
sugerencias que nos llegan de (eco)organización (eco,
que significa casa, morada o ámbito vital en griego)
empiezan por uno mismo, por los nuestros, por los cercanos, los
afines. El sentirse haciendo, el ser protagonistas y creativos,
no sólo en charlas militantes o en Internet para hacer
solidaridades, sino en construir acciones operativas. Si
estás en una reunión que sirva para algo, que quede un
plan de trabajo oun esquema que nos aclare qué hacer. Sentirse
haciendo, sentirse aprendiendo, descubriendo algunas carencias
propias, y las creatividades colectivas. Incluso hay
técnicas para reírse de los propios prejuicios, o para
priorizar por dónde construir estrategias.
Pero
la (eco)organización no es el prefijo auto para mirarse el
ombligo y discutir eternamente lo buenos que somos, y lo
sectarios que podemos ser con los más cercanos.
También aprendemos a hacer ‘mapeos’ locales y/o
sectoriales del ecosistema en que nos movemos. No se trata de
una organización-tipo igual y perfecta para todas partes, sino
de cómo construir las redes imprescindibles en cada caso
para poder salir del aislamiento, y las invisibilidades, en
que solemos estar. Estamos aprendiendo que hay muchos más
grupos y colectivos de los que nos parecen a nuestro
alrededor. ¿Cómo escuchar a los otros colectivos, y sus
diferencias, para hacer “conjuntos de acción” por
causas concretas y operativas?
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