viernes, 1 de julio de 2016

Sentirse haciendo,caminar preguntando

En Francia han pasado de quemar coches en las periferias a la movilización de jóvenes y sindicatos contra los contratos super basura. En nuestras ciudades, de las fiestas del botellón a estropear parquímetros en barriosperiféricos de Madrid. Parece que aquí las cosas no son tan radicales, pero el malestar de fondo de los“desaprovechados/desechables” sigue ahí, sin salidas más que en la barbarie o la revuelta. La sociedad de los patriarcas y de los mayores beneficios de las grandes empresas nos lleva a la guerra por el petróleo o a limpiar el chapapote de sus naufragios.En estos climas de violencia, ¿se puedenesperar nuevas sensibilidades, nuevas formas de movimientos?

El juego de la democracia electoral al uso o de las ONG aparece como un circo en el que participan algunos casi tapándose la nariz. Pero mucho más como voto de castigo alcontrario que por convicción propia, más por conseguir un trabajo menos indigno que porque se piense que se puede transformar algo. Es mucha más la orfandad y la indolencia ante este patriarcado que el sentirse creativos para organizarse, para saberse capaces de sentirse haciendo, de caminar preguntando. Pero hay quien lo hace. Hay quienes están en nuevas formas de hacer política, quienes no se conforman con repetir las formas patriarcales heredadas. Porque la forma no es una cuestión formal.
Algunas sugerencias que nos llegan de (eco)organización (eco, que significa casa, morada o ámbito vital en griego) empiezan por uno mismo, por los nuestros, por los cercanos, los afines. El sentirse haciendo, el ser protagonistas y creativos, no sólo en charlas militantes o en Internet para hacer solidaridades, sino en construir acciones operativas. Si estás en una reunión que sirva para algo, que quede un plan de trabajo oun esquema que nos aclare qué hacer. Sentirse haciendo, sentirse aprendiendo, descubriendo algunas carencias propias, y las creatividades colectivas. Incluso hay técnicas para reírse de los propios prejuicios, o para priorizar por dónde construir estrategias.
Pero la (eco)organización no es el prefijo auto para mirarse el ombligo y discutir eternamente lo buenos que somos, y lo sectarios que podemos ser con los más cercanos. También aprendemos a hacer ‘mapeos’ locales y/o sectoriales del ecosistema en que nos movemos. No se trata de una organización-tipo igual y perfecta para todas partes, sino de cómo construir las redes imprescindibles en cada caso para poder salir del aislamiento, y las invisibilidades, en que solemos estar. Estamos aprendiendo que hay muchos más grupos y colectivos de los que nos parecen a nuestro alrededor. ¿Cómo escuchar a los otros colectivos, y sus diferencias, para hacer “conjuntos de acción” por causas concretas y operativas?



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